Peldaño a peldaño


Alcanzar la cima parece ser siempre la meta. Llegar a lo máximo posible. Concretar el objetivo. En el Peñón de Guatapé implican 740 escalones -y en altura-. Pero significa mucho más.


Implica un esfuerzo físico y un descanso mental. Cada escalón te invita a la reflexión en una escalera que nos lleva a lo más profundo de nosotros mismos. Es el poder del exterior que nos hace llegar a nuestro interior. A veces tan lejano. A veces tan olvidado.


Aprender a escucharse. A interpretar el cuerpo que por momentos puede pedirnos descanso. En ocasiones necesita aire. Y hasta nos impulsa a continuar cuando lo necesitamos.



Y cuando parece que el camino terminó, siempre hay un poco más. Algo que nos sigue sorprendiendo. Como en la vida, el Peñón regala esos últimos escalones al mirador. Parecen inalcanzables y hasta hacen dudar pero el último esfuerzo siempre vale la pena. Porque llegar a la cima sigue siendo siempre el objetivo y la satisfacción de alcanzarlo, con nada puede compararse.



Arriba. En la altura, la vista lo dice todo. Las palabras quedan abrumadas y ni se animan a emitir sonido. Es la paz, la naturaleza la que habla por sí sola. Invitándonos a la reflexión, al disfrute de la belleza. A interpretar la grandeza de lo simple.





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