Guatapé me recibió con los brazos abiertos




Todavía no sé si María Eugenia supo leer mi cansancio después de 12 kilómetros con más de 20 kilos en mis hombros, o si ya pronosticaba la furia del cielo que se hizo evidente minutos más tarde. Lo cierto es que se acercó, me habló y hasta me hizo avergonzarme de mi desconfianza cuando me ofreció su departamento en construcción para dormir.

No podía creerlo. Cansada de seguir caminando con las mochilas a cuestas, buscaba un hospedaje barato. ¡Y vaya que lo encontré! Apenas un minuto bastó para que me preguntara de dónde era y a juzgar por mi "cara de buena persona", esta Paisa confió en mi y me abrió las puertas de su casa en construcción.

No tenía luz ni agua pero fue un techo más que necesario esa noche donde el cielo parecía gritar y quejarse con cada estruendo. Sola, en medio de la oscuridad, me limitaba a contemplar ese aguacero por el ventanal, sobre mi bolsa de dormir, comiendo pan con atún.
Así me recibió Guatapé. Un pueblo colorido, que hace sentir bien al turista desde el inicio. Una ciudad que respira naturaleza, y exhala buenas personas. Una joyita de Antioquia.

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